11 enero 2016

Meeru Island Resort & Spa en las Maldivas



Los días pasan tan rápido cuando te lo pasas bien… y Meeru Island Resort & Spa fue nuestra última parada del viaje a las Maldivas. Esta isla está situada a tan solo 55 minutos en bote rápido del aeropuerto internacional de Malé y es ideal como alojamiento para todo el que no quiera viajar en hidroavión.


Meeru Island Resort & Spa es el buque insignia de la cadena Crown and Champa Resorts, una cadena creada por unos suecos y unos maldiveños hace treinta años. En esta isla están las oficinas principales de la cadena y, en nuestra opinión, es la isla con mejores habitaciones y restaurantes.




Las dos últimas noches del viaje nos hospedamos en una «water villa» con jacuzzi ¡Todo un lujo! Nunca pensé que pasaría una noche en una de estas habitaciones tan mágicas y con tanto encanto. De todas formas, en realidad no pasamos mucho tiempo en la habitación.


Llegamos de Vilamendho un poco tarde, justo antes del anochecer, y durante el trayecto habíamos visto delfines saltar en el mar con el atardecer de fondo. Al llegar nos dieron la bienvenida con unos kurumba (cocos) bien fresquitos y nos acompañaron a la habitación. Tuvimos el tiempo justo antes de cenar, pero aun así pudimos estrenar las escaleras que daban acceso al mar y darnos un bañito para refrescarnos.




Antes de cenar, asistimos al cóctel de bienvenida reservado para huéspedes repetidores. En la cadena tratan muy bien a todos sus huéspedes pero a los repetidores aún más. Para cenar, aquel día tocaba «noche maldiveña», igual que el día que llegamos a Kuredu, y en el buffet del restaurante había una gran variedad de platos típicos del país. Muchos currys que estaban deliciosos, y también muchos platos con base de atún, el producto estrella del país. Y en la zona de actos principal: bailes y música típica del país.


El día siguiente las olas nos despertaron a primera hora y antes de ir a desayunar nos dimos un bañito en el mar. Ducha y bikini nuevo, y afuera.


Después dimos una vuelta por la isla. Visitamos el museo con antigüedades muy curiosas del país y vimos el esqueleto de ballena que hay justo al lado. Un esqueleto enorme pese a ser de una cría. Vimos también las «garden villas» y las «beach villas». Estas últimas nos encantaron, no me extraña que sean las habitaciones más populares.


Luego fuimos a la piscina para darnos un bañito. Hacía calor y el aire no corría, pero sobre todo para hacer algo de ejercicio porque teníamos un plan de comida muy intenso. En la misma piscina está el restaurante Hot Rock, un concepto australiano donde se cocina la carne y el pescado sobre una piedra hirviendo a 400 grados. Carne de canguro para unas y vieiras y langostinos para otras.




Tocaba bajar la comilona, así que fuimos a hacer snorkel. A diferencia de Vilamendhoo y Kuredo, Meeru no tiene un arrecife propio. Por eso, para hacer snorkel hay que apuntarse a una de las excursiones en barco gratuitas que se ofrecen. El arrecife está a 10 minutos de la isla y estaba bastante bien, mucho mejor que el de Kuredo, aunque no superaba el de Vilamendhoo. Aun así, nos gustó mucho poder contemplar por última vez el fondo marino de las Maldivas, porque es extraordinario.


Volvimos a nuestra habitación con el tiempo justo para ponernos guapas e ir al «sunset cruise». Nuestra última puesta de sol en las Maldivas fue preciosa, el cielo tenía unos colores alucinantes y los delfines hacían piruetas cerca del barco. Son imágenes que siempre se nos quedarán en la memoria. ¡No queríamos marcharnos!




Más tarde, un paseo nocturno por la playa hasta el restaurante Asian Wok, para celebrar nuestra última cena. Entre toda la comida asiática, nos decantamos por la japonesa y estaba deliciosa. No sé cómo no acabamos con veinte quilos extras porque la comida estaba tan buena que comimos un montón.


Y «Glow Party» con DJ para acabar la noche. Bailamos como hacia tiempo que no lo hacíamos junto con otros huéspedes del resort que también lo estaban dando todo. Mocktails, risas y goles del Barça. Este fue el colofón final de nuestra estancia. ¡Ah, no! Falta algo: estrenar el jacuzzi. Y es que Vero es una mujer de recursos y se había traído unas sales de baño de Barcelona. Nunca sabes cuándo las vas a necesitar. Copa de champán y burbujas… y las horas fueron pasando hablando de esto y lo otro.




No queríamos ir a dormir, pero finalmente el cansancio pudo más. De todas formas, solo dormimos un par de horas. A las cinco y media volvió a sonar el despertador porque no nos podíamos perder nuestro último amanecer.


El viaje tocaba a su fin, pero estábamos convencidas de que nuestra historia con las Maldivas no terminaba allí. ¿Y si nos especializamos en paraísos?

2 comentarios

  1. Me encantaría ir a ese paraíso!!!! Que belleza!!!!!

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    1. Seguro que algún día puedes visitarlo, María. ¡No tenemos ninguna duda de ello!

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